El "proceso": tres tejados y tres gestos
Ramón Zallo. Catedrático de la UPV-EHU

Hay dos procesos distintos en marcha y, además, es fundamental que sean distintos: el de paz (Gobierno de España-ETA) y el de normalización política (acuerdo multipartito). Pero para el desarrollo definitivo del segundo es condición necesaria, aunque no suficiente, que haya señales inequívocas en el proceso de paz, señales de confianza que no se están dando todavía a pesar de la versión de Pérez Rubalcaba. Ciertamente, los temas de la paz y del cambio no son cosa de uno sino de todos, pero hay tres pelotas rodando por tres tejados que piden tres gestos para que se pongan en marcha dinámicas positivas. Sólo así será posible que nadie se levante de la mesa y no se rompan las barajas.

Primer tejado

La inacción del Gobierno Zapatero durante meses nos ha llevado a un punto de bloqueo que amenazaba y amenaza con descarrilar el proceso. Se encontró hace seis meses con que después de decenas de años de desgracias en forma de atentados sangrientos, la diosa Fortuna nos sonreía con una propuesta irreprochable de ETA pidiendo sólo una pista de aterrizaje con dignidad. Desde luego, lo hacía por la presión social, la pérdida de influencia, la represión, los atentados jihadistas de Madrid y la presencia de un nuevo Gobierno más abierto. La respuesta de Zapatero ha ido siendo que tenía que validarla, luego revalidarla y después reconfirmarla, mientras perdía un tiempo precioso, se jactaba de hacer menos que el PP en su momento, cebaba el discurso de la derecha poniendo más condiciones al diálogo, mientras ha ido cargando las alforjas del sector más radical de ETA e izquierda abertzale -hoy minoritarios-, consiguiendo que ETA y Batasuna subieran el listón y también se acercara el colapso.

Hay algo que no funciona. Zapatero se echó a la piscina sin haber tenido mínimamente atado un preacuerdo. Al contrario de lo que hiciera con Irak, se ha comportado con morosidad administrando los tiempos en clave electoral mientras agotaba los de los demás. Ha entrado al trapo discursivo de los "precios políticos" cuando cualquier proceso de paz tiene un punto de generosidad inevitable que un párvulo puede entender y que, de no darse, arruina la dinámica de los gestos mutuos simultáneos o sucesivos que generan compromisos y confianzas. Y, finalmente, se ha aplicado erráticamente a proseguir exitosas detenciones y a aceptar endurecimientos penales, como si en lugar de una oferta de paz, ETA le hubiera firmado una rendición, con armisticio y aceptación de deudas de guerra incluidas, que no es el caso.

O sea, no muestra tener una percepción correcta de lo que tiene entre manos, ni ha hecho hasta ahora suficientes movimientos inteligentes. No sabemos qué pesa más en la peligrosa estrategia del fuera de juego del Gobierno: si el miedo, con propensión al suicidio, al que le empujan los enemigos del proceso pese a tener mayoría en el Congreso y en el Parlamento Europeo; o un síndrome de Estocolmo con el pacto antiterrorista que firmó incomprensiblemente con el PP mientras obvia otros menos maniqueos que el PSOE también firmó, y que le darían más margen: los Pactos de Madrid o de Ajuria Enea. O sea, si quiere moverse, puede, y si no lo hace solo, será porque no quiere.

En el tejado del Gobierno la pelota debe echar a andar ya en tres direcciones: compromiso de acercamiento de un número significativo de presos y trato especial a los enfermos graves y, especialmente, a Iñaki de Juana, que ya pagó judicialmente lo que ahora se le pide artificialmente; garantías públicas de que los de Batasuna puedan hacer vida pública institucional con compromiso de revisar la Ley de Partidos; y remoción de las aguas del poder judicial mediante una línea clara de las fiscalías y aviso a navegantes para parar a aquellos togados agazapados en la lectura con intencionalidad política de un derecho de excepción.

Segundo tejado

A ETA hay que reconocerle que tomó la iniciativa e hizo el primer gesto. No está derrotada organizativamente ni como agente -aunque ya no tiene fuelle histórico ni margen operativo-, pero tampoco declaró la tregua indefinida por principios éticos. Hizo un inicio de desistimiento estratégico por su exigua cuenta de resultados y por interés político, buscando acumular las desgastadas fuerzas para su corriente. Pero, además de actos de presencia incompatibles con la tregua, aún se reserva la facultad de dar un paso atrás táctico, a pesar de que haciéndolo le colocaría a la izquierda abertzale oficial otra vez en el punto de mira del descrédito para una larga temporada y, especialmente, finiquitaría a su actual dirección.

Hay cuatro reflexiones que ETA debe hacerse.

¿Qué legitimidad tiene que se atribuya tanto la gestión de nuestro destino como la capacidad de hacernos daño social… para salvarnos? ¿Qué coherencia tiene que podamos exigir los vascos el derecho de decisión ante el Estado pero, en cambio, no lo tengamos ante ETA? ¿Cuándo le entregará la primogenitura a la izquierda abertzale política porque considere que ya es madura para regir los destinos de la corriente? ¿Cuándo dejará, por cálculos erróneos de situación, de pedir siempre más, hasta comprometer acuerdos y esperanzas, mientras seguimos pagando socialmente el peaje de su aprendizaje, siempre tardío, como si nos las tuviéramos que haber con un adolescente eterno con juguetes mortíferos? A ETA le pedimos que confirme fehacientemente la tregua, se comporte coherentemente con ella y le diga discretamente a su joven cantera que desactive ya la incompatiblekale borroka que sólo enturbia el panorama y bloquea iniciativas.

Tercer tejado

Por una parte, el Gobierno Vasco no es protagonista del proceso de paz pero sí debe ser su facilitador o su akuilu (azuzador), según el momento. En este momento, y por ser la representación colectiva, le toca ser el akuilu en los procesos de paz y de normalización, y forzar a la responsabilidad de los protagonistas principales, enredados en sus discursos de clientela.

Por otra parte, la dirección del PNV, en vez de centrarse en ETA, poniéndose la venda antes de la herida, debería ayudar en la dirección correcta presionando más a Zapatero y al PSOE, con quienes tiene más mano y que ahora mismo tienen la ficha de arranque del gran dominó. Debe mirar en ambas direcciones en claves de fiel de la balanza y para ello ha de empujar más en los temas de humanización y no poner más condiciones de las que pone el propio PSOE. Cada uno en su tejado y la sociedad vasca en el de todos. Desde su sociedad civil y antes de que todo se empantane, es hora de la movilización social para que cada cual haga lo que debe con su pelota y en su tejado.

TTT
Mario Zubiaga. Profesor de Ciencia Política de la UPV-EHU

Tiempo, temple, y tenacidad. Estos son los tres nuevos arcanos del proceso de paz. Los que subyacen al camino largo, duro y difícil que hace unos meses nos pronosticaba Rodríguez Zapatero. Este discurso trino, además de políticamente infantil, o precisamente por eso, es de honda raigambre española. Recordemos si no los ripios «paz, pan y trabajo» o aquel matizado lema cedista de «fe, fe, fe, disciplina, disciplina, disciplina». No obstante, esta galleta discursiva, por simplona que parezca, nos acerca bastante a las secretas claves de la coyuntura. No anda desencaminado el tan ingenuo como perverso presidente Zapatero.
No en vano, el tiempo es la variable que todo buen negociador quisiera mantener bajo control. ¿A favor de quién corre en este momento? Parece evidente que hasta las próximas elecciones el PSOE no desea asumir ningún compromiso público que le pueda suponer el más mínimo coste político. Y si hoy coquetea con la podredumbre del proceso es porque sabe que el tiempo histórico juega a su favor, y, por tanto, en contra de las fuerzas que impulsan un cambio político profundo. Además, el peligro de una hipotética ruptura no sólo puede estar ya amortizado, sino que en la situación actual pudiera incluso beneficiar al Gobierno español: sería la mejor manera de desmontar la precampaña popular, basada en la presunta cesión ante ETA. Desmontarla, cediendo a su razón última, claro está.
Y, en este sentido, el PSOE no está demostrando el temple necesario para administrar sabia y autónomamente el tiempo de la negociación. Su discurso público está condicionado en buena medida por el marco interpretativo que le define la oposición y sus corifeos mediáticos. La reciente iniciativa exculpatoria y vergonzante del video es una buena prueba de ese seguidismo discursivo respecto del PP. A estas alturas el PSOE parece temer más una crisis partidaria interna y externa electoral de la que pudiera derivarse de una vuelta a la situación anterior a la tregua.
Por eso, nuestra última esperanza es que al menos tenacidad no le falte al socialismo español, porque los tropiezos no han hecho más que empezar. No parece que el retroceso vaya a ser total o fulminante algunas bases parecen sólidas e inamovibles, pero habrá que ser muy tenaz para superar los acontecimientos que muchos ya vaticinan. Si como dicen todos los expertos, cualquier paralización, no hace sino retrasar dolorosamente lo inevitable, ¿por qué está detenido entonces el proceso? ¿Será que algún actor político el Gobierno español piensa que va a obtener un beneficio negociador de ese retraso? ¿Cuál sería el coste efectivo actual de una ruptura para ambas partes? Si hasta ahora parecía existir un interés objetivo mutuo y parejo en no dinamitar la negociación, cada vez parece más claro que se está produciendo un cierto desequilibrio estratégico en favor de las posiciones gubernamentales. Por eso, si deseamos superar el actual bloqueo, quizás sería conveniente reequilibrar el reparto del coste de una hipotética ruptura. ¿Cómo?
La acción colectiva conduce a cambios efectivos cuando se logra la deserción, o, al menos el realineamiento de las élites políticas. Tales procesos se pro- ducen como consecuencia de ciclos de protesta/negociación/acuerdo que en pequeña o gran escala suelen responder a unos mecanismos motores muy similares. Sólo citaremos dos de ellos:
La correduría (brokerage) es el mecanismo mediante el cual los actores colectivos ponen en contacto lugares sociales antes inconexos y/o desmovilizados facilitando la formación de coaliciones amplias que posibilitan la reforma. Frente a la postura torera del «dejadme solo» en la negociación, quizás pudiera ser más adecuado reforzar, como se está haciendo últimamente, un «frente negociador» abierto a sectores sociales lo más amplios posible. Iniciativas como la del manifiesto de Ahotsak pudieran quizás ampliarse reuniendo a víctimas de ambos lados, por ejemplo. Por otra parte, la correduría debiera atender no sólo al proceso en sí, sino también a sus contenidos. Sin un acuerdo soberanista extenso va ser difícil que las posiciones favorables al cambio partan de una buena posición en la verdadera carrera, la que se iniciará «el día después». Es lamentable que las fuerzas sociales sean hoy meras espectadoras o jaleadoras del proceso, atrapadas en el síndrome «Don Tancredo en rueda de prensa». En este sentido, es lamentable que algunas campañas movilizadoras de peso sobre la autodeterminación, entre otras se estén quemando sin correduría apreciable.
La innovación táctica en los repertorios de acción colectiva es una de las llaves que permiten a los movimientos sociales abrir las puertas del cambio social y político. En este sentido, no parece que lo más conveniente sea la vuelta a los repertorios de acción clásicos que polarizan a la sociedad vasca en el antiguo y desfavorable eje de conflicto violento/demócrata, y en los que la debilidad política y logística de las fuerzas del cambio son evidentes. Ultimamente, de forma más o menos espontánea e individualizada, se están ensayando formas de resistencia civil que pudieran tener un mayor recorrido en el futuro. Las viejas fórmulas de acción colectiva están en el límite de su caducidad, y como dice el filósofo Zizek para «arriesgar lo imposible» lo que necesitamos más «es una cierta violencia contra nosotros mismos».
Además de estos grandes mecanismos, es conveniente no perder de vista, más en detalle, los aspectos tácticos que se reflejan en estos otros mecanismos menores, típicos en toda negociación:
En relación con los SUJETOS. En primer lugar, habría que atender al mecanismo de «interlocución válida o certificación mutua». En los procesos negociadores es preciso determinar claramente quién es el sujeto capaz de asumir compromisos efectivos. ¿Está suficientemente claro este mecanismo en nuestro caso? Es evidente que si por un lado el interlocutor válido debiera ser el sistema político español, no es lo mismo acordar las cosas sólo con Egiguren, también con Rubalcaba, en compañía o no de Alfonso Guerra, o además con Rajoy, o incluso con Acebes... ¿Compromete lo acordado hasta ahora al sistema político en su conjunto? ¿Se está hablando realmente con los «los poderes fácticos»? No está muy claro el asunto. Sin embargo, la interlocución válida por el lado abertzale, es decir, la certificación del agente negociador, parece más clara, aunque no sea jurídicamente efectiva. Y ahí está precisamente uno de los nudos gordianos. La certificación o legalización de la izquierda abertzale se plantea como condición, por un parte, y como consecuencia, por la otra. Unos pretenden echar mano de la vieja receta disolvente aplicada al PCE en la transición, y otros, con razón y escarmiento en cabeza ajena, no quieren platos de lentejas envenenados.
En cuanto al mecanismo de «flanco radical», en este momento, parece que no ha pasado de su primera fase, la que invita a (auto)limitar la oferta propia y la pretensión del oponente porque el flanco radical respectivo presuntamente, el PP o ETA no permite mayores concesiones. En una hipotética segunda fase, el doble mecanismo de flanco radical debiera permitir una convergencia entre los sectores moderados de cada posición negociadora. El único problema es que si en el bando sistémico el reparto de papeles es evidente PP como flanco radical del PSOE, en el otro lado los roles no son tan claros: ¿Jugará el PNV a flanco moderado de la izquierda abertzale para protagonizar, como siempre, la convergencia final? En el seno de la fracción militar, como en Irlanda, ¿será factible esa beneficiosa disociación de flancos entre las referencias políticas y militares de la izquierda abertzale?
En relación con el OBJETO de la negociación, un primer mecanismo a analizar es el de «la gestión de la rayas rojas». Parece que el bloqueo actual se produce porque no se ha llegado a definir con claridad la intersección de las distintas «rayas rojas», los límites de lo (in)asumible para las partes. Es más, el cruce de rayas que delimita un espacio de acuerdo que todos los actores puedan enmarcar como éxito puede verse dificultado por la incoherencia a la hora de dibujar los límites que cada uno está dispuesto a aceptar: La raya roja interna la que impide la fractura partidaria y asegura el liderazgo actual, la que se plantea en la mesa negociadora y la pública, ¿son coincidentes en cada uno de los actores? No parece que hoy por hoy esa coherencia sea cierta. Es más, la raya roja pública «no pagar precio político», por ejemplo puede convertirse en un límite infranqueable que torpedee la negociación. Y eso que la habilidad partidista para modificar el discurso y la amnesia de la opinión pública son factores que se presuponen. Por otra parte, no hay que olvidar otro mecanismo imprescindible en estos casos, el de «la zorra y la uvas»: es conveniente desear sólo lo alcanzable, y elaborar un discurso interno y externo acorde a ese mecanismo. Así se evitan frustraciones y desencantos típicos en toda transición política.
En relación con el PROCESO negociador, al hilo de la polémica entrevista con Txema Montero, esta semana han adquirido protagonismo tres mecanismos alternativos. El primero, el denominado «borde del abismo», se refiere a la necesidad que en toda negociación bloqueada existe de llevar las cosas al límite, sabiendo que no se va a caer en el abismo, pero haciendo saber que esta caída es posible. La gestión inteligente de ese mecanismo suele ser un activador eficaz de voluntades. Alternativamente, los discursos de la última semana nos pueden colocar ante los mecanismos de «ultimátum escalonado», y/o el correlativo de «la tirita antes de la herida»: unos actores estarían preparando la justificación de la ruptura, y otros, por su lado, al advertir que tal ruptura se va a producir a fecha fija, estarían intentando desactivar tanto su eficacia como sus hipotéticos costes.
Esperemos que las añagazas y requiebros de estos días respondan más a ese primer mecanismo desatasca- dor que al segundo o al tercero, ciertamente claudicantes. Esperemos que ésta sea una tregua más tenaz y templada que la anterior. Sabiendo eso sí que tal cosa depende, a su vez, de la tenacidad y templanza del presidente, y, sobre todo, de su renuncia, forzada o voluntaria, a jugar con el tiempo. Con su tiempo, con nuestro tiempo. -

«El proceso ha descarrilado y la única responsable de un fracaso será ETA»
Entrevista a Txema Montero
Alberto Surio. El Diario Vasco 11/12/2007

· ¿Cuál es su diagnóstico?
· Con precaución diría que el proceso está estancado, pero yo creo que está más que estancado. Creo que tal y como fue diseñado en el sentido de dos mesas -de normalización y pacificación- que avanzaban casi en paralelo y que no iban a tener una relación entre ambas, ha descarrilado. La negociación de doble vía ha fracasado. Ahora toca hacer lo imposible para que esto no se desbarate definitivamente.

· ¿En qué se basa?
· En que ETA se ha rearmado durante el proceso de paz, cosa que es una contradicción en sí misma; el Gobierno no ha sido capaz de ofrecer gestos de distensión ni siquiera de paralizar actuaciones judiciales, que han sido tomadas en cuenta por ETA y Batasuna como agresiones durante el proceso; y, por ser gráficos, el recreo que dio ETA a sus representantes políticos se acabó y vuelve a lo ya conocido. Les ha dado dos palmadas secas y contundentes, que fueron el acto de Aritxulegi y luego el robo de las pistolas. Quizás porque consideran que no se ganan por sí mismos las alubias políticas, quizás porque la dinámica que se estaba generando en la segunda mesa política de compromiso cada vez más próximo estaba llegando a un punto de difícil retorno para ETA. Ese compromiso, esa complicidad, ese dejarse pelos en la gatera, estaba llevando a ETA a una situación en la que lo siguiente ya no lo podían controlar. Para que un proceso de paz, es decir, de aceptación del principio democrático de las mayorías tenga base tiene que estar protegido por una distensión. Reprocho a Zapatero no haber dado pasos y no haber buscado la complicidad de la sociedad en momentos complicados.

· ¿La sensación de estar en una oportunidad histórica no es una garantía para evitar la ruptura?
· Es que todos devaluamos ya el término histórico. Tenemos que hacer un esfuerzo de lenguaje frente al exceso retórico. Recuerdo lo que decía El Quijote de los vizcaínos y, por extensión, de los vascos: «Cortos en palabras y largos en hechos». Ahora es casi al revés. Histórico no, pero una oportunidad como ninguna antes, sí.

· No ha habido asesinatos en tres años y medio...
· Es un hecho efímero porque al final pueden matar en tres semanas y volver a la situación anterior. La impresión generalizada que se envía a ETA es que su tiempo se ha acabado, que sólo les toca a ellos enterarse. El resto lo tenemos más que claro. Si volvemos a las andadas no digo que vaya a haber una guerra abierta, pero habrá una relación social gélida con toda esta gente que les va a suponer una sensación de rechazo muchísimo más grande que cualquier cascada de insultos que reciban.

· ¿Y ahora qué?
· Creo que en 10 ó 15 días tendremos una declaración por parte de ETA en el sentido de suspender el alto el fuego indefinido y una situación de esperar y observar durante la Navidad y las primeras dos o tres semanas de enero. Y a resultas de las decisiones que ellos tomen, que tendrán que ver también con las posiciones que tomemos los demás, reconsiderar su suspensión de paralizar el alto el fuego cautelarmente, o volverán directamente a la lucha armada. A finales de enero lo sabremos.

· ¿O sea que usted cree que esto se rompe?
· Me inclino a pensar que sí.

· ¿Falta de madurez? ¿No era esta situación más madura que en 1998?
· Por un lado cada situación siempre es más madura que la anterior. Los procesos de paz han tenido muchos inconvenientes, particularmente el más destacable es un creciente escepticismo en la sociedad. Yo lo concretaría en que es más fácil movilizar a la sociedad contra ETA que movilizarla a favor de un proceso de paz. Esto debería hacernos reflexionar. Tanto proceso de paz ha llegado a hacernos escépticos. En el momento en el que ETA declaró un alto el fuego la gente comenzó a vivir como si ya estuviésemos instalados en la paz, con lo cual cada nuevo retroceso genera más escepticismo que el anterior. Lo que al mismo tiempo es un aprendizaje. Y yo creo que de este proceso el aprendizaje ha sido para todos saber dónde están los límites de la realidad política. El Gobierno ha tenido que descubrir la existencia de jueces creativos, de medios de comunicación histéricos y de una oposición jugando al todo o nada. Y ETA ha aprendido que el diálogo tiene sus contradicciones y que un proceso de paz lleva aparejada la complejidad, sobre todo cuando se da un proceso de paz en el seno de una sociedad democrática, que es uno de los elementos diferenciadores al proceso de paz en Euskadi y en Irlanda de otros procesos. Al final, lo paradójico para ETA es percibir que el final de un proceso de paz es asumir por parte de ellos la democracia representativa, ni más ni menos, que nos puede llevar a los vascos a tener un estatus similar al que tienen los flamencos en Bélgica, ni más ni menos, o la minoría sueca en Finlandia, pero que no es una catarsis donde se va a crear una nueva planta de estado. Y digo ni más ni menos porque en nuestro caso es mucho. Tener un 15 ó 18% en un parlamento de siete fuerzas políticas y ser primera fuerza en uno de los territorios es un cúmulo de poder y de posibilidades políticas que no son capaces de percibir porque en el fondo quizás piensen: «No era esto lo que perseguíamos». Porque eso es el compromiso, el consenso. Ya no hay épica de resistencia. Es algo que hace muchos años tenían que haber hecho. Y ahí está la paradoja.También para ellos hay una sensación clara de estafa.

· ¿Por qué?
· Es que yo también soy de alguna forma partícipe de esa sensación cuando he visto que en otros procesos en una sociedad democrática, y el único que se me ocurre es el del norte de Irlanda, junto a la situación de diálogo y alto el fuego ha habido una distensión de facto donde no existían ni redadas policiales ni intervenciones policiales. La lectura de ETA es que nunca han hecho un esfuerzo tan importante con una declaración de alto el fuego y nunca en una situación así han recibido tanta presión policial y judicial. Las dos líneas rojas de ETA siempre han sido: la primera, que no haya una escisión en su organización y la segunda, que su base social más próxima la apoye. Quizás porque no hubiese una escisión, las decisiones en el seno de ETA se toman con una exigua mayoría tanto para decidir el alto el fuego como para luego cesarlo. Y esa base social, no el gran espectro de votantes, les dice desde el mes de mayo: nosotros lo único que constatamos es que nos dan por todas las esquinas.

· ¿Y una hipotética ruptura del alto el fuego, qué consecuencia tendría? ¿Quizá una nueva escisión?
· Una consecuencia primera iban a ser atentados con muertos. Ahí discrepo de quienes piensan que ETA volvería mediante una especie de terrorismo de fantasía poniendo bombas en lugares más o menos emblemáticos. Porque eso lo puede hacer el IRA, que está mucho más fuerte militarmente. Nada más elocuente e irreversible para todos que el asesinato. La reacción siguiente por parte del Estado va a ser meter en prisión a una cantidad de gente no sólo de ETA -de lo que se ocupará la Policía francesa con certeza escalofriante para ellos- sino que habrá detenciones de miembros de Batasuna como no hemos conocido hasta ahora, causas pendientes... ¿Escisión dentro de la izquierda abertzale? No, porque nunca la izquierda abertzale se ha escindido cuando ha sido sometida a una presión exterior muy fuerte, que reduce y concentra el núcleo de los creyentes. Lo que sí se produce es el mecanismo de voz y salida. Como el resto de personas que no están de acuerdo con las interpretaciones maximalistas, tipo Ekin y KAS, los que en las asambleas que ha habido en las últimas cuatro o cinco semanas no encuentran voz de expresión, salen, se desmovilizan y al final no votan. Es la inercia del pasado.

· ¿Tanto pesa?
· Está pesando mucho. Ha faltado suficiente compromiso democrático de los dirigentes de Batasuna y suficiente pedagogía para explicarles claramente, para decirles que el concepto de proceso es dinámico, no equivale a la concesión de la alternativa KAS, que es un camino que empezamos a andar todos juntos y que quizá ni siquiera nos lleve a donde pretendemos. Y que es tan importante el camino como la posada. Hay que transmitir muy claramente a la sociedad que el único responsable de lo que suceda con el fracaso del proceso es ETA si vuelve a la violencia política. Y esto lo podemos hacer mucho más creíble si superamos esta situación de crisis o aceptamos el resultado de un fracaso con una estrategia común desde las fuerzas políticas de la democracia.

· ¿Cómo cree que está actuando el PNV?
· Es probable que el PNV esté siendo víctima de sus propias suspicacias. Cuando se inició este proceso pensó que todo estaba mucho más atado y perfilado y pensó que un proceso de paz podía acabar con un desbancamiento del PNV en las instituciones de gobierno. La ventaja es que hay un eje de cierta estabilidad desde las instituciones democráticas. Hubiera sido pavoroso que el Gobierno del Estado hubiese estado en este asunto, con un PP montaraz y el PNV tocando el arpa en el monte Gorbea. Como observador creo que en algunos casos le ha faltado al PNV dar toques de atención serios al Gobierno central y al PSOE.

· ¿Cómo resolver la legalización de la izquierda abertzale?
· Ése debería ser el punto de compromiso que esperamos muchos, que aceptase la legalización conforme a la Ley de Partidos. Debería asumirla. A mí no me gusta, la discutí públicamente en conferencias, me parece una pésima ley que está siendo rigurosamente aplicada, pero la asunción de ese principio de legalidad de esa mala ley con un compromiso por parte de Batasuna nos puede insuflar a todos los demás el suficiente oxígeno.

· El seminario de la Fundación Sabino Arana concluyó que el proceso no es irreversible...
· Ningún proceso es irreversible. Todos debemos aprender con los procesos de paz. Y aprender a comparar lo comparable. Negociar con alguien en África que está declarado enemigo de la humanidad porque ha cometido genocidio no es comparable a lo nuestro. Me quedé con una interpretación que me parece más interesante de una máxima de Confucio que dice: La naturaleza de la guerra determina la naturaleza de la paz y si la guerra, como denomina ETA su enfrentamiento con el Estado, ha sido como la nuestra, en la que es necesaria la reconciliación, pero no la reconstrucción porque nada se ha roto físicamente, porque estamos en términos económicos mejor que cuando empezamos, pero hay un gran daño moral, la paz va ser diferente a otras paces. Va a ser el ensanchamiento de una democracia representativa, pero nada más. ¿Esto es suficiente para unas personas que han vivido todo esto como si fuera una guerra? A veces me pongo pesimista y pienso que no.

· ¿Por qué?
· Para algunos de ellos, que tienen mucho que ganar -su libertad personal, porque están en la cárcel y esperan medidas de gracia- y para sus familiares, la paz sí es algo tangible. Pero otros, que no han tenido más compromiso que la adhesión, que han vivido perfectamente durante estos años, y son parte de los que están en contra del proceso, pueden preguntarse ¿y todo eso ha sido para esto?, ¿y a mí qué más me da si yo voy a seguir viviendo igual? Al alzar el velo después de la violencia, nos encontramos con que tendrán que aprender a negociar con otras fuerzas políticas porque no tienen base suficiente para poder transformar las cosas.

En defensa del proceso de paz y de normalización política
Elkarbide
Elkarbide, asociación en la que nos integramos 400 profesoras y profesores universitarios, hace público el presente manifiesto para expresar su apoyo total al proceso de paz y de normalización política iniciado públicamente a partir del “alto el fuego permanente” iniciado por ETA el 24 de marzo de 2006.
Ese hecho y la receptiva y positiva actitud mostradas en aquel momento por el Gobierno español, crearon una situación histórica inmejorable para resolver el problema de la violencia así como el de la normalización política en nuestra sociedad. Sólo una irresponsabilidad sin límites podría permitir que esta ocasión se perdiera y que se reabriera una dinámica de confrontaciones como las que hemos conocido en otras épocas.
1. Como es obvio, no conocemos el contenido de las negociaciones y mucho menos de los hipotéticos acuerdos que se hayan podido producir, sea entre el Gobierno español y ETA, sea entre distintos partidos. No podemos, por lo tanto, valorar la garantía de estabilidad que puedan haberle dado ya al proceso, garantía que ojalá sea sólida. Aún así, no podemos ocultar nuestra preocupación por algunos de los problemas que se están viendo en algunos campos, así como ante la ausencia de movimientos en otros, y que pueden desembocar en un fracaso del proceso.
Por encima de cualquier otra consideración, creemos que el profesorado universitario debe proclamar la necesidad social, política y moral de que este proceso continúe. Y que debe reclamar a los actores involucrados más directamente en las actuales negociaciones, que ni ahora ni más adelante, bajo ninguna causa, las rompan y que, bien al contrario, las cuiden y desarrollen.
2. Las condiciones para llevar a buen puerto este proceso las tienen en sus manos quienes lo iniciaron y las instituciones y partidos que le han mostrado su apoyo. Esas condiciones no dependen ni del poder judicial, ni de la estrategia destructiva del Partido Popular, ni de la insidia de algunos medios de comunicación que buscan sólo combate y nunca debate. Estos agentes podrán poner trabas al proceso pero el éxito o el fracaso del mismo no está en sus manos, sino en la de quienes han proclamado su compromiso con él. Las condiciones para que el proceso tenga éxito –y no señalamos lo que nos gustaría sino lo que vemos más realista y constructivo en dirección a la paz y la normalización- son, a nuestro entender, las siguientes:
2.1. La derogación de la ley de partidos.
2.2. El compromiso formal por parte de ETA de abandonar la violencia de manera definitiva.
2.3. La humanización del conflicto en todos sus ámbitos.
2.4. Un acuerdo de principios y de método entre las fuerzas políticas, de manera que todas ellas tengan iguales oportunidades para defender sus proyectos en claves de respeto al derecho de decisión en la normalización política del conflicto vasco y de oportunidad para sus propios proyectos.
3. Entre esas cuatro condiciones no hay unas que deberían darse antes que las otras y no hay ninguna que tenga derecho a paralizar las demás hasta que aquella esté resuelta. Lo racionalmente democrático sería que, en lo que le corresponda, cada parte cumpliese esas condiciones de manera inmediata y de manera unilateral, en lugar de continuar el peligroso juego de los condicionamientos mutuos. Es más, una resolución positiva de cualquiera de esas cuatro condiciones, empujaría muy rápidamente a la resolución de las demás. Si los que ondean la bandera de la paz no lo hacen, deben saber que no son la responsabilidad social, la legitimidad democrática, la ética o la voluntad de la ciudadanía quienes amparan sus actitudes, sino el interés de parte o de poder o las doctrinas sin capacidad de adaptación.
4. El Gobierno de Rodríguez Zapatero sabe que tiene mayoría suficiente en el Parlamento de Madrid para derogar la Ley de Partidos. Gran parte de la parafernalia boicoteadora desarrollada desde algunas instancias del sistema judicial se apoya en el argumento de que su labor no es sino hacer cumplir la Ley de Partidos. ¡Pues bien, deróguese o anúnciese su derogación para que el proceso se despeje!.
Siempre fue una ley antidemocrática; pero actualmente –con más de tres años sin actuaciones de ETA y una tregua permanente- ni siquiera existe el contexto con el que se justificó su existencia y solo sirve para cortocircuitar el proceso. La única forma en que Batasuna estará en igualdad de condiciones con las demás fuerzas políticas, será cuando se suprima esa ley de partidos En cualquier caso debe haber un compromiso firme del Gobierno de Zapatero para la presencia de la izquierda abertzale en las elecciones municipales así como de la legalidad estable de sus candidaturas, incluso en el caso de que no se suprima antes la Ley de Partidos.
Una política de declaraciones y resoluciones institucionales no acompañadas de hechos claros y decididos solo puede alimentar la desconfianza de la sociedad.
5. ETA debe declarar que la tregua sea definitiva y las actuaciones de kale borroka deben desaparecer de nuestras calles por completo. Tampoco este escenario debe estar condicionado a que previamente se suprima la Ley de Partidos o a que se acerque a las presas y presos o a que la mesa de partidos haya terminado sus trabajos preparatorios. El mantenimiento, como amenaza, de la posible vuelta de ETA a la acción, no añade un solo gramo de fuerza y capacidad ni a la defensa de los derechos de quienes están en las cárceles, ni a la reivindicación de democracia para la izquierda abertzale. Y supone la continuidad de la desconfianza en la capacidad de nuestra sociedad para resolver sus problemas sin tutelas.
Más aun, ETA sabe que una eventual vuelta a la lucha armada prolongaría en el tiempo y empeoraría las condiciones de sus presas y presos, al tiempo que enviaría prácticamente a la ilegalidad al espacio político y social mayoritario de la izquierda abertzale.
Hoy el abandono definitivo de la violencia armada, sin el estigma de una rendición y con el salvoconducto de una negociación para la integración política y social con unas reglas a definir desde un acuerdo multipartito, es una salida digna, democrática y de una legitimidad social incontestable en Euskal Herria. No se entendería, de ninguna manera, la marcha atrás en lo que parecían rumbos de profundización democrática y pacífica.
6. La humanización del conflicto implica varios temas:
Por un lado, un apoyo público, moral y material, institucional y social, a aquellas personas, sectores de la sociedad civil, representantes y cargos de partidos, profesores, jueces... que han sufrido una insoportable violencia por parte de ETA.
Por otro lado, un inmediato cambio radical de la política penitenciaria (acercamiento de presos, liberación de quienes han cumplido tres cuartas partes de la condena y de los enfermos graves, retirada de la doctrina “Parot”...). Además, el avance del proceso de paz pondrá encima de la mesa la necesidad de un escalonamiento de excarcelaciones –como ocurrió en Irlanda y en otros procesos- hasta que no queden presas o presos derivados de la historia del conflicto.
En el caso concreto de la Universidad, y estando la política penitenciaria en manos del Gobierno de Madrid, es incomprensible que no pueda aplicarse en los centros penitenciarios españoles el “protocolo” de la UPV/EHU para la atención académica del alumnado preso que se está ya aplicando en los centros penitenciarios franceses. Es sólo un acto de producción gratuita de dolor y de tensionamiento absurdo.
Somos conscientes de que los puentes rotos en la convivencia social en Euskal Herria tardarán tiempo en reconstruirse, pero las medidas políticas que proponemos facilitarán los encuentros de manera muy importante.
7. El acuerdo de principios y de metodología para lograr un proceso democrático y de encuentros que incluyan el derecho de decisión y que canalice establemente los problemas de encaje del sistema político es, al mismo tiempo, condición y objetivo para la normalización política.
Las dificultades que, al parecer, se están produciendo en este tema de ninguna manera pueden convertirse en insuperables. En lo que respecta a la representación pueden seguirse los pasos del movimiento vasco de mujeres por la paz –Ahotsak- que, de manera inteligente, ha canalizado el tema de la composición de la mesa común o puede arbitrarse ideas similares que resuelvan esta dificultad. Como también puede resolverse la determinación del ámbito de consulta popular para que el pueblo decida: todas las propuestas deben tener la misma legitimidad de defensa y debe existir la voluntad de una solución Y tampoco debe asustar, en absoluto, que si existe la igualdad inicial de defensa de todas las oportunidades, nadie tenga derecho de veto y puedan llevarse las distintas opciones a la consideración de nuestra sociedad.
8. Creemos que son estas las cuatro condiciones de éxito del proceso abierto tras el alto el fuego permanente de ETA. Y las cuatro están en manos de quienes proclaman defender y comprometerse con el proceso de paz. El cumplimiento de las cuatro sería, además, el mejor dique de contención frente a quienes pretenden desestabilizar el proceso a cualquier precio.
Nos preocupan aquellas actuaciones policiales que vulneran los derechos humanos y nos preocupa, en especial, ese sector del poder judicial que pretende dinamitar el proceso bajo la excusa de cumplimiento de la ley, en lugar de hacer la lectura de las normas en claves del presente social de construcción de la paz. Que, a excepción del PP, todos los partidos estén implicados en procesos judiciales, desde la inculpación del Lehendakari o de Patxi López, hasta el vengativo montaje contra De Juana, pasando por la reapertura del caso Atutxa, el registro de Herriko Tabernak o el 18/98, sobrepasa la dimensión no ya de la justicia sino incluso de la aplicación de la ley, para configurarse en un artefacto que pretende reventar el proceso. El Gobierno español debería iniciar sin demora una revisión a fondo del politizado sistema de nombramientos de jueces heredado del aznarismo.
Si hay firmeza en desarrollar las cuatro condiciones para llevar adelante el proceso, habrá fuerza para parar esta estrategia protagonizada al servicio de una España oscura y enraizada en el franquismo. La judicatura más derechista puede cumplir el mismo papel que los incontrolados en la transición (reventar el proceso y animar al ruido de sables) o que el GAL de la época González (suspender de hecho el Estado de Derecho) o de la época Aznar (vaciar por dentro el Estado de Derecho).
Desde nuestras autoridades hoy no se debería responder a esa estrategia desestabilizadora con el estribillo del “acatamiento de las decisiones judiciales”. Lo primero que hay que poner en la calle, en los discursos y en los actos es la denuncia a este tipo de actuaciones de una parte del poder judicial. Y con la denuncia, y mucho mejor antes que tarde, ya se ha de empezar a pensar en la puesta en marcha del “pase foral”: obedezco pero no cumplo.
9. Quienes, desde ELKARBIDE, suscribimos este documento, profesoras y profesores universitarios nos comprometemos a defender y desarrollar estas ideas tanto dentro de la Universidad como fuera de ella, a tomar en su defensa cuantas iniciativas sean posibles y a buscar la convergencia con otras iniciativas que, desde la sociedad, se afanan en fortalecer y consolidar el proceso de paz y normalización política de Euskal Herria. Sin pretender quitar protagonismo alguno a las Instituciones Políticas, a los Partidos y a la propia ETA, creemos que son necesarias tomas de posición y movilizaciones que alienten la solución del contencioso vasco de una manera definitiva. La máxima participación social será, también, la mejor garantía para este proceso.

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